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5 sept 2023

La zorra y los cazadores

El oro del azur (1967),
de Joan Miró
«Huyendo de los cazadores una zorra y, considerándose ya perdida, suplicó a un leñador que la ocultase en su choza, a la cual accedió el hombre enseguida. No tardaron en llegar los cazadores y preguntando al leñador si había visto a una zorra, contestó que no, pero al mismo tiempo les señalaba con las manos y les guiñaba con los ojos el sitio en que estaba oculta. Los cazadores no comprendieron, sin embargo, sus señas, y se fueron, lo cual visto por la zorra salió de su escondrijo y pasó por delante del leñador sin decirle palabra.

- ¿Cómo es esto? –exclamó el leñador–, ¿acabo de salvarte la vida y ni tan siquiera me das las gracias?

- ¡Ay, amigo! –respondió la zorra–, si tus manos, tus ademanes y tus obras fuesen tan buenos como tus palabras, seguramente merecerías que te las diera cumplidas».

Quien mezcla las obras buenas con las malas, hace mal siempre.


(ESOPO. Fábulas. [San Salvador?: s.n., s.a., p. 21-22).

6 sept 2022

El meollo de la vida

El bote blanco (1905) de Joaquín Sorolla.
«Ficciones y delirios son tomados por sólidas verdades mientras que la realidad se nos antoja fabulosa. Si los hombres contemplaran sólo realidades y se sustrajeran al engaño, la vida, comparándola con lo que conocemos, sería como un cuento de hadas, algo digno de Las mil y una noches. Si respetáramos solamente lo que es inevitable y tiene derecho a ser, la música y la poesía resonarían por las calles. Cuando actuamos sin prisas y con prudencia, nos damos cuenta de que sólo lo grande y valioso posee existencia permanente y absoluta y de que las cuitas y placeres vanos no son sino sombra de la realidad. Ello resulta estimulante, sublime. Cerrando los ojos y dormitando, en cambio, dejando que las apariencias les engañen, los hombres establecen y confirman por doquier su vida diaria de rutina y hábito sobre bases puramente ilusorias. Los niños, que juegan a la vida, disciernen su verdadera ley y relaciones con más claridad que los adultos, quienes no logran vivirla dignamente, pero se creen más sabios por su experiencia, es decir, por sus fracasos».


(THOREAU, Henry David. Walden o la vida en los bosques. Barcelona: Juventud, 2010, p. 125).

20 jul 2022

El camino no elegido

Dos caminos se abrían en un bosque amarillo,
y triste por no poder caminar por los dos,
y por ser un viajero tan solo, un largo rato
me detuve, y puse la vista en uno de ellos
hasta donde al torcer se perdía en la maleza.

Después pasé al siguiente, tan bueno como el otro,
posiblemente la elección más adecuada
pues lo cubría la hierba y pedía ser usado;
aunque hasta allí lo mismo a cada uno
los había gastado el pasar de las gentes,

y a ambos por igual los cubría esa mañana
una capa de hojas que nadie había pisado.
¡Ah! ¡El primero dejé mejor para otro día!
Aunque tal y como un paso aventura el siguiente,
Dudé si alguna vez volvería a aquel lugar.

Seguramente esto lo diré entre suspiros
en algún momento dentro de años y años:
dos caminos se abrían en un bosque, elegí…
elegí el menos transitado de ambos,
y eso supuso toda una diferencia.

17 dic 2021

Teología 1


El ángel caído (1847), de Alexander Cabanel
«El catecismo me enseñó, en la infancia, a hacer el bien por conveniencia y a no hacer el mal por miedo. Dios me ofrecía castigos y recompensas, me amenazaba con el infierno y me prometía el cielo; y yo temía y creía. Han pasado los años. Yo ya no temo ni creo. Y en todo caso, pienso, si merezco ser asado en la parrilla, a eterno fuego lento, que así sea. Así me salvaré del purgatorio, que estará lleno de horribles turistas de la clase media; y al fin y al cabo, se hará justicia. 

31 oct 2021

Filiación

Desnudo azul (1902), de Pablo Picasso
«En lo que soy, lo valioso se me dio como regalo. Logré otras cosas esforzándome, claro está, como cualquier hijo de vecino. Fui poniendo un pie delante de otro para recorrer largos trayectos, sucedieron encuentros que me transformaron, viví el paraíso de un cuerpo acogido por otro cuerpo, compartí el viático, dije y me desdije, trimaté la faena que no era capaz de rematar, escapé de asaltantes que a gusto me hubieran desposeído del saquito de sal. Pero al lugar esencial no tuve que llegar: si era accesible, es que ya estaba ahí.

Más que hijo de mis obras, soy hijo de lo que se me regaló y sobrino de lo que me fue encomendado. Y –siempre– mendigo de mi mejor saber».



(RIECHMANN, Jorge. Conversaciones entre alquimistas. 2ª ed. Barcelona: Tusquets, 2008, p. 25-27).

28 sept 2019

Un templo llamado hombre

El arte de la pintura  (c.a. 1666-1668),  
de Johannes Vermeer
«Todo hombre es constructor de un templo, que es su cuerpo, para el Dios al que adora; el estilo es propio, y no es martilleando el mármol como habrá de cumplir. Todos somos escultores y pintores, y el material de que hacemos uso es nuestra propia carne, nuestra sangre y nuestros huesos. La menor nobleza refina ya los rasgos del hombre; la bajeza y la sensualidad los embrutecen».

THOREAU, Henry David. Walden o la vida en los bosques. Barcelona: Juventud, 2010, p. 275-276).

4 sept 2018

Algunos principios vitales


A garden (1869),  de Albert Joseph Moore
«Por mediocre que sea vuestra vida, hacedle frente y vividla; no la esquivéis ni la denostéis. No es tan mala como vosotros mismos. Parece tanto más pobre cuanto mayor es vuestra riqueza. El buscador de defectos los halla incluso en el paraíso. Amad vuestra vida, por pobre que sea. Es posible vivir unas horas amables, emocionantes y gloriosas hasta en un asilo. El sol que se pone se refleja con igual esplendor en las ventanas del hospicio que en las del rico, y la nieve se funde frente a ambas puertas, llegada la primavera. No veo por qué una mente serena no ha de poder hallar tanta satisfacción y gozar de pensamientos tan estimulantes allí como en un palacio. A menudo nos parece que son los pobres del pueblo quienes viven de la manera más independiente, quizá porque son lo suficientemente nobles para recibir sin escrúpulos. En su mayoría piensan que se hallan por encima de ser mantenidos por el pueblo; pero ocurre con frecuencia que no se sienten por encima de automantenerse por medios ilícitos, lo cual debiera ser menos decoroso. Cuidad la pobreza como una hierba, como salvia. No os intereséis demasiado por adquirir cosas nuevas, sea vestidos o amigos. Remozad los gastados; volved a los viejos. Las cosas no cambian; somos nosotros los que cambiamos. Vended vuestras ropas y conservad vuestras ideas».


(THOREAU, Henry David. Walden o la vida en los bosques. Barcelona: Juventud, 2010, p. 401).

14 mar 2018

Liberación

«Todo cuanto atesores debes tenerlo en el hueco de tu mano como si fuera agua.
   Trata de apresarla y desaparecerá. Intenta apropiártela y te manchará.
   Déjala en libertad y será tuya para siempre».


(MELLO, Anthony de. La oración de la rana. Vol. 2. Santander: Sal Terrae, 1989, p. 105).

13 feb 2018

La mal llamada "sociedad libre"


Bond of union  (1956),  de M.C. Escher
«Ni los nacionalismos agresivos ni los excesos del mercado agotan la nómina de los males que nos afligen. Nos sentimos orgullosos, con razón, de nuestras libertades, entre ellas la de opinión. Pero ¿para qué sirven hoy nuestros poderosos medios de publicidad si no es para propagar y predicar un chato conformismo? Para Goethe la lectura de los periódicos era un rito; medio siglo después, para Baudelaire, era una abominación, una mancha que había que lavar con una ablución espiritual.