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21 ene 2024

Días en blanco

Luna en el bosque, de Li-Shu Chen
Estos días me levanto con los abedules
y me aparto el cabello triguero de la frente
ante un espejo de hielo.

Mezclada con mi aliento
se corta la leche.
Tan de madrugada espumea con facilidad.
Y donde empaño los cristales con mi aliento
aparece, dibujado con dedo infantil,
de nuevo tu nombre: ¡inocencia!
Tras tanto tiempo.

24 jun 2023

Sombra rosas sombra

Ofrenda de verano
de Lawrence Alma-Tadema
Bajo un cielo extraño
sombra rosas
sombra
sobre una tierra extraña
entre rosas y sombra
dentro de un agua extraña
mi sombra.



(BACHMANN, Ingeborg. Invocación a la osa mayor. Madrid: Hiperión, 2001, p. 143).

19 feb 2023

País de niebla

En invierno está mi amante
entre los animales del bosque.
Debo regresar antes del alba,
la zorra lo sabe y ríe.
¡Cómo tiemblan las nubes! Y cae
sobre mi cuello de nieve
una capa de hielo quebradizo.

En invierno es mi amante
un árbol entre los árboles e invita
a los cuervos, abandonados por la suerte,
a su hermoso ramaje. Ella sabe
que el viento, cuando oscurece,
levanta su rígido vestido de noche, adornado
de escarcha, y que me manda a casa.

En invierno está mi amante
entre los peces y es muda.
Esclavo de las aguas, que mueve desde dentro
la línea de sus aletas,
estoy en la orilla mirando,
cómo se sumerge y se vuelve,
hasta que los témpanos me expulsan.

Y de nuevo, alcanzado por el grito
de caza del pájaro que tensa
sus alas sobre mí, me caigo
en pleno campo; ella despluma
a las gallinas y me tira una blanca
clavícula. Me la pongo en torno al cuello
y me marcho a través de la amarga pelusa.

Infiel es mi amante
sé que a veces vuela
con zapatos altos hacia la ciudad,
besa en los bares con la pajita
las copas en la boca, hasta el fondo,
y se le ocurren palabras para todos.
Pero yo no entiendo ese idioma.

Yo he visto el país de niebla
he comido el corazón de niebla.

6 dic 2011

Una tienda de sueños

Mujer soñando con la evasión, de Joan Miró
   «Con la luz eléctrica los paquetes se apagaron y quedaron otra vez descoloridos y polvorientos en los estantes. Me ardían los ojos, me pasé la mano por la frente húmeda y fui al mostrador. El vendedor sacó un lápiz del cajón y abrió el libro de cuentas. Pero, antes de que empezara a escribir, le sujeté la mano, temiendo no pagar lo que me pidiera.
   –Compraré un solo sueño –dije precipitadamente–. Me llevaré únicamente el sueño de Anna... –y enseguida rectifiqué–: ... sólo el de la muchacha y el barco blanco.

10 nov 2011

Yo también he vivido en Arcadia

   «Los años llegan y pasan, las personas vienen y se van, el tiempo y las gentes me son propicios, y yo tengo mi lugar bajo el sol.
   Ahora, desde hace días, en momentos en los que no tengo tiempo para prestarle atención, llega hasta mí el son de una flauta, una melodía que el viento trae en retazos, una llamada amortiguada por la distancia, y me parece que viene de las colinas otoñales que lindan con el azul de un límpido cielo matinal. ¿O es el repicar de los pequeños cencerros que tropiezan en las matas cuando los corderos blancos bajan al valle? ¿O la vibración de los rayos plateados de los raíles que van a las barracas del río y, desde allí, desembocan en línea recta en la esfera del sol poniente que, como una gran estación, acoge a todos los trenes en el cielo?».


(BACHMANN, Ingeborg. Ansia y otros cuentos. Madrid: Siruela, 2005, p. 42).