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30 ene 2024

El rescate

La bola de cristal (1902)
de John William Waterhouse

Si del tiempo se trata,
dejémoslo correr.

Ya me han visto las flores,
ya me tienen presente.



(GALLEGO, Vicente. Saber de grillos. Madrid: Visor Libros, 2015, p. 18).

2 jun 2023

Sintonías

Una canción de primavera (1913), de
John William Waterhouse
«Y con el primer poema, la conciencia clara de su nacer como ritmo, un ritmo tan íntimo como el latido del corazón, trasunto del que alberga todo lo vivo: el árbol, los animales, los astros…; un ritmo que expresa el secreto del propio ser, como el claro canto de la oropéndola o el reclamo de los ciervos; un ritmo que puede hacerse melodía».



(JANÉS, Clara. La voz de Ofelia. Madrid: Siruela, 2005, p. 62).

13 sept 2022

Palabras

Penélope y los pretendientes (1912),
de John William Waterhouse
Hachas
Tras cuyo golpe el bosque reverbera,
¡y los ecos!
Ecos que viajan
desde el centro como caballos.

La savia
aflora como el llanto, como
el agua que persigue
restablecer su espejo
sobre la roca

3 feb 2021

Jeroglífico incomprensible

Psyche entrando en el jardín de Cupido (1903),  
 de John William Waterhouse
«¿Habrá de ser siempre así, todo lo que se ame, jeroglífico, cifra sagrada e incomprensible? No habría de existir un género de amor que no tropezara con la resistencia de lo amado; un amor en el cual, entender o querer entender se acreciente con el amor mismo y lleguen a ser la misma cosa, entender y amar; amar y entender. Y el corazón no tenga que someterse ciego, y hambriento; hambriento también de razones, pues que las necesita... mas cuando se ha querido entender al otro, los otros, los otros creen que son razones para “la razón” lo que se les pide y si no bastan, si no llegan a tocar siquiera el fondo de la cuestión, sobreviene la acusación de irracionalidad, cuando lo que se pide y se ha esperado, lo que el corazón espera siempre, sin atreverse a decirlo, es una luz que le ilumine aún a trueque de consumirlo, ¿qué le importa a él, la consunción?, todo lo daría por ver; un instante, pues despertó como despierta todo lo que nace, por hambre...».

(ZAMBRANO, María. Delirio y destino: los veinte años de una española. Madrid: Horas y horas, 2011, p. 38-39).

17 oct 2020

El salmo y la canción

La dama de Shalott (1888),  de John William Waterhouse
Olvido de los nombres de la costumbre,
de las muescas del recuerdo.
Perdido en el hueco de las cosas,
en la perfección de la flor.
Encuentros
que dejan señal,
o tal vez sentimientos
que abaten torres, que golpean
las paredes del sueño.

¿De dónde los signos, que a su nombre
vida añadieron?
¿De qué manera nos fue dado
reconstruir los fundamentos
de tan despoblada arquitectura
si no tenemos
conciencia clara
de donde caernos muertos?

21 mar 2020

¡Oh, mi yo! ¡Oh, vida!

El despertar de Adonis (1899),  de John William Waterhouse
¡Oh, mi yo! ¡Oh, vida!, de sus preguntas que vuelven.
Del desfile interminable de los desleales, de las ciudades llenas
            de necios,
De mí mismo, que me reprocho siempre (pues, ¿quién es más
            necio que yo, ni más desleal?),
De los ojos que en vano ansían la luz, de los objetos despreciables,
            de la lucha siempre renovada,
De los malos resultados de todo, de las multitudes afanosas y
            sórdidas que me rodean,

14 oct 2019

El viento y el alma

Miranda  (1916),  de John William Waterhouse
Con tal vehemencia el viento
Viene del mar, que sus sones
Elementales contagian
El silencio de la noche.

Solo en tu cama le escuchas
Insistente en los cristales
Tocar, llorando y llamando
Como perdido sin nadie.

Mas no es él quien era desvelo
Te tiene, sino otra fuerza
De que tu cuerpo es hoy cárcel,
Fue viento libre, y recuerda.

           
(CERNUDA, Luis. Música cautiva: (antología poética). Sevilla: Ayuntamiento : Diputación : Fundación El Monte, 2002, p. 160-161).

23 jul 2018

El estío

Dulce verano  (1912),  de John William Waterhouse
«Ligereza admirable del cuerpo al despertar en las mañanas de estío, el calor generoso, aún atemperado a esas horas tempranas, cuando saliendo afuera, sobre la tierra donde jugaban ya sombras de oro, el aire embriagaba y parecía que la marcha fuese a transformarse en vuelo. Alado casi, como un dios, ibas al encuentro de la jornada.

30 oct 2017

Estrella fugaz


Psyche abriendo la caja dorada  (1903),   
de John William Waterhouse
A cada bosque
                        sus hojas al viento,
           
a cada vida su espera:
su sábana blanca ondeando
                                   en la noche
                                               bajo una estrella que cae.


(MUJICA, Hugo. Y siempre después del viento. Madrid: Visor, 2011, p. 67).