30 ene 2012

¿Qué quería el Viento de ti?

   «Un viento helado y agudo me ha envuelto hace un momento para robarme algo. ¿Sabe, acaso, que estoy saturada de amor, e intenta él, olvido eterno, cargarse de mi constancia y entibiarse con mi ternura? Pero, yo le he dicho: ¿no te basta con todo lo que arrastras, vagabundo? Todo mi amor es poco para mí; no te doy nada».


(STORNI, Alfonsina. Poemas de amor. 3ª ed. Madrid: Hiperión, 2003, p. 50). 

21 ene 2012

El lugar de un hombre

     «Antes de marcharnos nosotros mi padre pidió a Sabino que dijera algo a las gentes. Sabino, que parecía ir recobrando sus facultades, le dijo a mi padre:
   - La Adela es mía, don José.
   Algunas mujeres lo oyeron y aquella frase fue repetida por la multitud:
   - Dice que la Adela es suya.
   Mi padre le dijo que se la darían, pero que debía declarar en voz alta, gritando para que le oyeran, que él era Sabino y que se había marchado hacía quince años del pueblo “a otras tierras” y ahora volvía, sano y sin recibir daño de nadie.
   Sabino se asomó a la puerta y abrió los brazos:
   - Soy yo. No tengáis miedo. Yo soy Sabino, marido de la Adela. Me dio un barrunto y me fui del pueblo. Ahora vengo y nadie me ha hecho mal.
   Se veía en todo lo que hacía como una vanidad infantil. La atención de la gente le gustaba».


(SENDER, Ramón J. El lugar de un hombre. 7ª ed. Madrid: Destino, 1994, p. 57).

12 ene 2012

Hambre y obesidad


   «El hecho de que trate las dos condiciones, hambre y obesidad, como fallos del mercado global de alimentos, para criticarlo, no quiere decir que considere estos fallos simétricos o, de alguna manera, iguales. El hambre es una condición más cierta, grave, letal y más injusta. Los gordos y obesos, lo son en gran medida porque han elegido un estilo de vida que lleva a estas condiciones. Nadie, fuera de pocos casos excepcionales, ha elegido el pasar hambre como estilo de vida. Además no todos acaban muriendo prematuramente por efectos de la gordura, mientras casi todos los hambrientos, sobre todo los niños, acaban muriendo antes de tiempo. Las dos condiciones, la de gordos y la de hambrientos, no se pueden comparar ni en gravedad ni en urgencia.

7 ene 2012

En el principio fue el beso

El beso (1807-08),  de Gustav Klimt
«La poesía y el beso son parientes íntimos. Desde Salomón a Machado no hay más que una larga sucesión de besos y fonemas, revelaciones sonoras de la intimidad humana en la que la verdad y la belleza se aúnan para comunicarnos, para hacer existente lo inefable, para dar y solicitar vida y temblor. Escuchar un poema bellísimo es como recibir un beso en el cuello, en el lóbulo de la oreja, y sentir ese temblor que te llega a lo más íntimo. Los besos y los versos vienen de los labios».


(GÁNDARA MÁRTIN, Jesús de la. El planeta de los besos. 2ª ed. Barcelona: Euromedice, 2008, p. 7).

2 ene 2012

Año nuevo

Cuida tus pensamientos porque se volverán palabras.
Cuida tus palabras porque se volverán actos.
Cuida tus actos porque se harán costumbre.
Cuida tus costumbres porque forjarán tu carácter.
Cuida tu carácter porque formará tu destino.
Y tu destino será tu vida.

Mahatma Gandhi

1 ene 2012

Primero de enero

Las puertas del año se abren,
como las del lenguaje,
hacia lo desconocido:
Anoche me dijiste:
mañana
habrá que trazar unos signos,
dibujar un paisaje, tejer una trama
sobre la doble página
del papel y del día.
Mañana habrá que inventar,
de nuevo,
la realidad de este mundo.

28 dic 2011

El invierno


El invierno
de lunas anchas y pequeños días
está sobre nosotros. Hace tiempo
yo era niño y nevaba mucho,
mucho. Lo recuerdo
viendo a la tierra negra que reposa,
apenas por el hielo
de un charco iluminada.
Es increíble: pero todo esto
que hoy es tierra dormida bajo el frío,
será mañana, bajo el viento,
trigo.

24 dic 2011

Noche Santa

La Sagrada Familia con el cordero (1507), de Rafael Sanzio
   «–Me extraña tu modo de ser –gritó la señora Dina–. Si fuera gente decente habría ido a casa del alcalde y no mendigando por ahí... ¿Por qué no los han albergado los de Simón? ¿Por qué hemos de aceptarlos nosotros sin más ni más? ¿Acaso somos peores que los de Simón? Yo sé muy bien lo que ocurre... La mujer de Simón no metería en su casa a unos vagabundos. Me sorprende que te rebajes de ese modo, hombre, y sin saber con quién.
   –¡No grites! –gruñó el viejo Isacar–. ¡Te van a oír!
  –¡Que me oigan! –contestó la señora Dina, alzando la voz todavía más–. ¡Eso faltaría! ¡Que no pudiera gritar en mi propia casa! ¡Que por culpa de unos vagabundos tuviera que cerrar el pico! ¿Los conoces? ¿Los conoce alguien? Él te dice: “Esta es mi mujer”. Eso que se lo cuenten a otro. ¡Como si yo no supiera cómo van las cosas entre esta gente...! ¿No te da vergüenza dejar entrar algo así en tu casa?